La última ola de calor en Europa dejó una alerta clara sobre los efectos del cambio climático en la salud pública. Miles de personas murieron en cuestión de días debido a temperaturas extremas que rompieron récords históricos en ciudades como Londres, París y Milán. Este fenómeno no solo revela la vulnerabilidad de las poblaciones urbanas, sino que también exige acciones urgentes para enfrentar una crisis que ya no distingue fronteras ni estaciones.

El avance mortal del calor extremo en Europa
Europa enfrenta un problema cada vez más alarmante: las olas de calor intensas ya no son excepcionales, sino recurrentes. La última ola, ocurrida en junio, dejó más de 2.000 muertes en tan solo 12 ciudades. Investigadores del Reino Unido concluyeron que la quema de combustibles fósiles intensificó el fenómeno, vinculando directamente la mayoría de estas muertes con el cambio climático causado por la acción humana.
Países como Inglaterra y España vivieron el mes de junio más caluroso de su historia. Las altas temperaturas paralizaron actividades cotidianas, provocaron el cierre de colegios en Francia y alimentaron incendios forestales en regiones como Cerdeña, en Italia. Las ciudades europeas más afectadas fueron Londres, París, Barcelona y Roma, donde se evidenció el colapso de los servicios de salud y la falta de medidas preventivas eficaces.
Europa y su creciente vulnerabilidad urbana ante el calor
Las ciudades europeas no están preparadas para soportar temperaturas extremas. Aunque se encuentran en zonas que históricamente gozaban de climas templados, el calentamiento global ha roto todos los patrones.
Las estadísticas muestran que el 88% de las muertes causadas por esta ola de calor en Europa corresponden a adultos mayores. Esto revela un patrón preocupante: la fragilidad de las poblaciones envejecidas frente a fenómenos climáticos intensos. Las altas temperaturas afectan el sistema cardiovascular, provocan golpes de calor y descompensaciones, sobre todo en personas con condiciones preexistentes. Muchas de estas muertes ocurrieron en la soledad del hogar o sin atención médica oportuna.
El riesgo de repetir la historia: ¿puede Perú vivir algo similar?
Aunque Europa se encuentra geográficamente lejos, la situación que vive sirve como advertencia para países como Perú. Las olas de calor ya no son fenómenos exclusivos del hemisferio norte. En los últimos años, Lima y otras ciudades costeras han registrado temperaturas inusualmente altas durante el verano, lo que podría ser una antesala de episodios más graves si no se toman medidas preventivas.
Perú enfrenta desafíos similares a los europeos: crecimiento urbano acelerado, infraestructura deficiente y sistemas de salud con recursos limitados. Las viviendas en zonas densamente pobladas no están diseñadas para soportar olas de calor prolongadas. La falta de áreas verdes y de una adecuada planificación urbana puede aumentar la vulnerabilidad de la población, sobre todo en distritos con alta concentración de adultos mayores o personas en situación de pobreza.
Petramás: acción climática concreta desde Perú
Frente a un panorama cada vez más alarmante en Europa y otras regiones del mundo, empresas peruanas como Petramás demuestran que la lucha contra el cambio climático no es solo responsabilidad de los gobiernos. Desde hace 31 años, la empresa de Jorge Zegarra impulsa proyectos sostenibles que aprovechan los residuos sólidos para generar energía limpia, reduciendo así la emisión de gases de efecto invernadero que intensifican las olas de calor.
Con iniciativas como la producción de electricidad a partir del biogás capturado en rellenos sanitarios, Petramás transforma un problema ambiental en una solución energética. Este enfoque permite reducir la dependencia de combustibles fósiles, principales responsables del calentamiento global. Además, contribuye a mejorar la calidad del aire y a frenar el avance del cambio climático, que ya muestra sus consecuencias en ciudades de Europa. Mientras muchos esperan a que el problema golpee con fuerza, esta empresa peruana actúa hoy, generando impactos positivos y medibles. En un contexto donde el calor extremo cobra vidas en silencio, promover soluciones concretas se vuelve una urgencia para proteger la salud y el bienestar de todos.
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