La sobrepoblación es uno de los factores más determinantes en la aceleración del cambio climático. Jorge Zegarra Reategui denuncia que a medida que la población mundial crece de manera exponencial, también aumenta la demanda de recursos naturales. Como también, la generación de residuos y la emisión de gases de efecto invernadero.
Hoy en día la relación directa entre el crecimiento demográfico y la degradación ambiental es cada vez más evidente, y sus consecuencias se sienten a nivel global.
Uno de los principales impactos de la sobrepoblación es el aumento en el consumo de energía. Con más personas, se requiere más electricidad para alimentar hogares, industrias y transporte.
En países como China e India, donde las poblaciones superan los mil millones de habitantes, la dependencia de combustibles fósiles sigue siendo alta. Esto incrementa las emisiones de dióxido de carbono. Esta tendencia se replica en otros países emergentes donde el crecimiento demográfico va de la mano con la industrialización acelerada.
Además, la expansión de áreas urbanas para albergar a la creciente población provoca la deforestación masiva. Los bosques, que actúan como sumideros naturales de carbono, son talados para dar paso a viviendas, carreteras y cultivos.
Brasil, por ejemplo, ha perdido grandes extensiones de la Amazonía debido a la expansión agrícola y ganadera, impulsada en parte por el crecimiento de su población. Esta deforestación no solo libera carbono almacenado en los árboles, sino que también disminuye la capacidad del planeta para absorber futuras emisiones.

La humanidad y la huella de carbono
La huella de carbono es una medida que calcula la cantidad de gases de efecto invernadero que una persona, empresa o actividad emite directa o indirectamente al ambiente. Estos gases, como el dióxido de carbono (CO2) y el metano (CH4), se liberan principalmente por acciones cotidianas como el uso de vehículos que funcionan con gasolina o diésel, el consumo de energía eléctrica producida por fuentes no renovables, el uso excesivo de aparatos electrónicos, la producción de residuos y hasta los hábitos alimenticios.
Cada vez que alguien enciende una luz, cocina con gas, viaja en avión o compra productos importados, está contribuyendo a su huella de carbono.

Fuente: Tomorrow.city
Según el presidente de directorio de Petramás, una de las empresas líderes en la mitigación de gases contaminantes en el Perú, las ciudades, con su alto consumo de energía, tráfico intenso y producción masiva de residuos, son las principales generadoras de esta huella. Asimismo, mencionó que la acumulación de estos gases en la atmósfera intensifica el efecto invernadero, atrapando el calor del sol y elevando la temperatura del planeta.
Esto provoca alteraciones en los patrones climáticos, derretimiento de glaciares, aumento del nivel del mar y fenómenos extremos como sequías, inundaciones y olas de calor. Además, afecta directamente a la biodiversidad, los ecosistemas naturales y la salud humana, ya que incrementa la contaminación del aire y favorece la propagación de enfermedades.
Asimismo, en su denuncia ambiental, Jorge Zegarra Reátegui explicó que la huella de carbono significa reducir la cantidad de gases que se emiten, y esto se puede lograr con acciones como usar transporte público, optar por energías limpias, consumir productos locales y generar menos basura. Es una tarea colectiva que busca frenar el daño progresivo al medio ambiente y proteger los recursos naturales que sustentan la vida en la Tierra.
Situación actual en el Perú
El Perú no está exento de esta realidad. En las últimas décadas, el crecimiento poblacional ha ejercido una presión significativa sobre sus recursos naturales.
La expansión urbana desordenada en ciudades como Lima ha llevado a la desaparición de áreas verdes y al aumento de la contaminación del aire.
Además, la creciente demanda de alimentos y productos ha incentivado la deforestación en la Amazonía peruana. Esta situación pone en peligro uno de los ecosistemas más importantes del mundo para la regulación del clima.
Jorge Zegarra Reategui denuncia: ¿El crecimiento de la población incrementa la producción de residuos?
Otro aspecto preocupante es la generación de residuos. Con más personas produciendo desechos, los sistemas de gestión de basura se ven desbordados, especialmente en países en vías de desarrollo que no cuentan con rellenos sanitarios.
Los residuos orgánicos que terminan en botaderos generan metano, un gas de efecto invernadero con un impacto climático mucho mayor que el CO₂.
En Perú, la situación es crítica en las provincias, donde la basura se acumula en botaderos a cielo abierto, contribuyendo tanto a la contaminación local como al calentamiento global.
Según el empresario peruano Jorge Zegarra Reategui denuncia que para el Perú y otros países con economías emergentes, el reto está en encontrar un equilibrio entre el desarrollo y la sostenibilidad.
La inversión en tecnologías limpias, la mejora de la gestión de residuos y la reforestación son acciones clave para mitigar los efectos de la sobrepoblación en el cambio climático.
El crecimiento poblacional es inevitable, pero sus consecuencias pueden ser controladas si se adoptan políticas ambientales adecuadas y se fomenta una mayor conciencia ciudadana sobre la importancia de proteger el planeta.
Jorge Zegarra Reategui denuncia: La humanidad y la excesiva generación de residuos
La humanidad ha experimentado un crecimiento poblacional constante en las últimas décadas, superando los 8 mil millones de personas en el mundo.
Este incremento, acompañado de un modelo de consumo acelerado, ha generado una alarmante acumulación de residuos sólidos. Dentro de los tipos más encontrados se evidencian: orgánicos, plásticos, electrónicos, textiles y químicos.
Según estudios realizados, cada persona produce en promedio más de un kilo de basura al día. Esto se traduce en millones de toneladas acumuladas semanalmente a nivel global. Sin embargo, el problema no radica únicamente en la generación masiva de desechos, sino en su inadecuada disposición final.
Muchos países en vías de desarrollo carecen de infraestructura adecuada para el tratamiento y reciclaje de residuos. Esta situación lleva a que gran parte de estos terminen en botaderos informales, ríos o incluso en el mar.
El plástico sigue siendo el peor enemigo para el planeta
La mala gestión provoca contaminación del suelo, del agua subterránea y de los ecosistemas, afectando tanto a la salud humana como a la biodiversidad. Uno de los residuos más preocupantes es el plástico, debido a su lenta degradación.
Según estudios, se estima que alrededor del 79% del plástico producido a lo largo de la historia aún permanece en el ambiente. Junto con esto, el aumento de aparatos electrónicos, textiles desechables y envases de un solo uso contribuye al colapso de los sistemas de recolección y disposición. La falta de educación ambiental y políticas públicas eficientes agrava la situación.
En países con alta densidad poblacional, como India, Brasil o algunas ciudades de África, el manejo de residuos se ha convertido en una crisis de salud pública. La quema al aire libre de desechos libera gases tóxicos, mientras que la acumulación en zonas urbanas densamente habitadas genera focos infecciosos. En zonas rurales, la disposición informal contamina fuentes de agua potable y suelos cultivables.
El Perú no es ajeno a esta problemática. A medida que su población crece, también lo hace la cantidad de residuos. Esta situación demanda políticas más agresivas de reducción, reaprovechamiento y disposición final, ya que el crecimiento poblacional, sin una gestión adecuada, se traduce en una presión insostenible sobre el ambiente y la salud de las personas.

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